viernes, 15 de junio de 2012

Cruz Roja


 
 Sintió que su vida se escapaba entre las manos
como el agua
Sintió una punzada aguda de dolor
aquella noche
Sintió que a nadie le importaba lo que allí pasase
como a tantos otros

Sintió la soledad amarga de compañías fracasadas
Sintió las miradas despectivas de la gente
Sintió, más si cabe, el peso de la indiferencia

De pronto, entre las sombras, surgió una mano
de pronto, en la oscuridad de sus ojos entreabiertos,
un guante blanco rozó su mejilla

Hizo un último esfuerzo por empujar sus párpados
que pesaban como losas

Allí estaba.
Dulce y firme a la vez.
Allí estaba.
Cumpliendo un trabajo que reside en el fondo del alma.

Brilló fuerte, como un destello.
Antes de cerrar, para siempre, sus ojos, vio a su ángel de la guardia.

Entre el murmullo de la gente indiferente pudo distinguir
aquella bata blanca en la que destacaba con fuerza
una intensa cruz roja.

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