sábado, 9 de junio de 2012

Destino


Descubrió en un instante que todo el esfuerzo había merecido la
pena.

Percibió en un instante todo el calor que el ser humano puede dar.

Por un momento, casi inapreciable, sintió que el destino a veces
escribe renglones que no son torcidos.

Y por un pequeño instante sintió, que a veces, todo se encuadra
para funcionar.

Aquella carta en forma de mail parpadeó unos segundos en su buzón
virtual.

De tantas y tantos, de muchos y pocos, fue “Día uno, año cero”.

Alguien, quizá no por primera vez, pero sí en esta precisa ocasión, le
dijo que algo nacido de su alma había ayudado.

Alguien desde aquel remoto lugar de ninguna parte. Alguien desde
aquel oscuro rincón vio la luz.

Alguien sintió que el vacío se llenaba de su red.

Sonrió pícaramente. Sonrió en un segundo de felicidad.

Entonces, con un gesto lento y firme a la vez, el poeta volvió a mecer
entre sus dedos, con la ilusión de un niño pequeño, su viejo lápiz de
madera…

5 comentarios:

  1. Eso es... cada día una razón, pero siempre, siempre merecerá la pena, por tí y por quien recibe lo que cuentas. Ánimo. Un abrazo.

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    1. Esta razón llegó en el momento más oportuno... Un abrazo a ti también, querida Ana.

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  2. Poeta.. nunca dejes de escribir

    Nieves

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