Fue de
pronto.
Sin
quererlo.
Sus
miradas se encontraron en un breve descuido.
Mecánicamente,
casi sin pensarlo, lo habían evitado durante meses.
Pero en
aquel preciso instante sus defensas fallaron.
Se
desmoronó la coartada perfecta.
Ese
segundo se llenó del profundo abismo de sus ojos azules.
Ese
momento rompió la fragilidad de su estudiada apariencia.
Ese
instante, en su silencio más amargo, dijo mucho más que las palabras de los
últimos años…
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