Flores
marchitas.
Aguas de
mayo que ya no refrescan.
Amaneceres
en bucle.
Las
manecillas avanzan
pero las
horas no.
Esperar
de la vida
que la
vida te espere.
Porque la
felicidad
nunca
marca su turno.
Porque la
ilusión
ya no
quiere asomarse.
La cara
oculta de la luna.
Cierra,
un día más, la puerta del café.
Abre, un
día más, la puerta del alma.
Se sienta
sobre la cama.
Despacio.
La ropa
doblada, sobre la silla.
Respira
hondo y, mirando al mismo punto de la pared, murmura muy despacito…
Mañana
será otro día.
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