lunes, 16 de abril de 2012

Alzheimer


Vino él.
Se lo llevó todo.

Vino él y le hizo olvidar que tenía recuerdos.
Vino un día, una noche, una tarde.

Primero hizo un amago.
Luego vino, para quedarse.

Vino a hacernos llorar, a sentir desesperanza.
Vino a ver como el tiempo perdía todo el sentido.

Vino sin consultar.
Sin ser siquiera admitido.

Vino a aprovechar que estaba con el rostro envejecido.
Vino a cubrirnos de noche aunque hubiera amanecido.

Pero vino, sin saberlo, a traer mil amaneceres.
Diferentes, nuevos todos.

Vino y nos hizo sentir que podemos ser tan grandes
para vivir el presente en mil veces un instante.

Señor de oscuro vestido con la mirada perdida
nos hizo ver que la vida no siempre nos muestra el camino.

Pero vino una ternura, una fuerza insospechada que
alberga dentro de uno.

No fue fácil y fue duro. Pero a la vez hizo ver que el ser
humano es inmenso.

Que en momentos de flaqueza siempre se ofrece una
mano, de familia, de un amigo, de uno mismo…

Construimos mil momentos que duraban un
segundo…Recuerdos que no perduran.

Que son de tiempo finito.
Que llevan tanta ternura.
Que son como fueron de niños.

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